Musica para tus oidos

domingo, 28 de septiembre de 2008

MÚSICA PARA TUS OIDOS.

En estos días se escucha de todo tipo de géneros musicales, y cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de escuchar el que más nos guste. Dentro de estos estilos podemos encontrar los que van destinados dependiendo la edad de las personas, ya sea para niños, jóvenes o adultos; también están los que van dirigidos con respecto a la región que se habita; en fin, existen distintos tipos de música, para distintos públicos.

Ahora, partiendo de la definición de música, que significa “la sucesión de sonidos modulados para recrear el oído”,[1] podemos conducirnos a pensar que los sonidos que escuchamos día con día no son meramente musicales, sino que muchos de ellos van encaminados hacia nuestra persona, a reflexionar acerca de nuestra vida. Algunos de ellos son tan cacofónicos, que hacen que nuestra vida sea aturdida por tanto ruido que escuchamos.

Tomando en consideración lo anterior, quisiera mostrarte tres diferentes tipos de música que se escuchan en distintos lugares, de los cuales, ninguno hace distinción de personas, se puede decir que son géneros universales.

Primeramente, se tiene la música que suena en el mundo, es decir, todas aquellas cosas, que como humanos, podemos tener acceso; sin embargo, eso no significa que todas estas son benéficas. Muchas de las cosas que encontramos a nuestro alrededor pueden ser beneficios temporales, como algunos géneros musicales, o más específicamente los representantes de estos, que después de un tiempo, ya no los volvemos a escuchar jamás, sólo nos entretuvieron por algún rato. Dicho de otro modo, fueron una simple moda.

Al respecto de este primer punto, quisiera hacer mención de lo que la Biblia señala. Aquí se afirma que todas aquellas cosas que hacemos por nosotros mismos, con el propósito de conseguir logros personales, sólo nos aparatan de Dios. Es decir, somos movidos por los deseos que nuestra carne anhela, según la corriente del mundo,[2] y nos trasladan a una condición similar a la ceguera, ya que nos limitamos a ver sólo lo que el mundo puede ofrecer. A su vez, esta ceguera nos conduce a un estado de autodependencia, o dicho de otro modo, de esclavitud. Esta esclavitud es el pecado, lo cual hace que estemos separados de Dios.[3]

Como es perceptible, la condición del hombre siempre va enfocada a buscar la manera de llenar un vacío enorme que tiene en su interior. Es entonces que nos enfrentamos al segundo tipo de música de la que quiero hablar, la que suena en nuestro corazón. La búsqueda individual que el ser humano hace para llenar ese hueco en su ser, nos conduce a nada estable, sólo nos llena de una multiplicidad de impotencias como se ha venido mencionando. Esto no se debe a otra cosa más que a la afirmación de que separados de Dios, no podemos hacer nada,[4] es decir, que el hombre busca satisfacer sus necesidades de manera independiente, olvidándose de la condición más importante, Dios.

Haciendo una comparación, podemos poner un ejemplo de cuando se saca una planta de la tierra. La planta buscará la manera de sobrevivir, quizá podrá ser puesta en una maceta artificial con gel, sin embargo, el único lugar donde podrá estar con las mejores condiciones es regresarla a su origen, esto es, la tierra. Lo mismo sucede con el hombre, el clamor de este por sobrevivir es ensordecedor, pero sólo podrá ser satisfacido en su origen, es decir, con Dios.

Tomando la idea del párrafo anterior, acerca del vacío que tiene el hombre en su ser, resulta interesante traer a la luz lo que el científico francés Blaise Pascal afirmó: “el hombre tiene un vació inmenso en su interior, del tamaño de Dios”; esto es, sólo Dios puede llenar el abismo que tenemos dentro, sólo Él encaja a la perfección, es la pieza exacta del rompecabezas.

Finalmente, trayendo a colación lo que se ha venido estableciendo, quiero hacer mención de un tercer tipo de música que es para todas las edades, para todos los géneros, para todas las sociedades, en general, para todo ser humano sin distinción alguna. Estoy haciendo referencia a la música que suena en el corazón de Dios.

Ha quedado en claro la necesidad del hombre, pero ahora resulta necesario saber lo que Dios opina al respecto. Para ello comenzaremos con una cita fundamental que nos habla de lo que Dios ya realizó para que nosotros podamos volver hacia Él, y llenar el vacío que llevamos dentro. En la Biblia se afirma que de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.[5]

Este es el sonido que proviene de Dios, dar salvación a todos los que creen que su hijo Jesucristo murió para perdonar nuestros pecados. Además, este sonido es movido por amor, de hecho, es interesante lo que menciona al respecto Juan, el discípulo de Jesús: en esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.[6]

Amigo lector, está en nosotros decidir qué música es la que mejor conviene a nuestros oídos, la más adecuada a las necesidades de nuestro corazón. Hoy tenemos la oportunidad de sintonizar la melodía más apropiada, gratuita y con mejor frecuencia que pueda existir. Sólo tenemos que encender la radio reconociendo a Jesús como nuestro salvador.



[1] Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda edición.

[2] Efesios 2:2

[3] Romanos 3:23; 6:23.

[4] Juan 15:5

[5] Juan 3:16

[6] 1ª Juan 4:10




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El Terremoto

EL TERREMOTO.


Septiembre de 1985: se reportaron 35mil muertos en el terremoto de la Ciudad de México.
Diciembre de 2004: 200mil pérdidas humanas en el tsunami que devastó Asia.
Mayo de 2008: sobrepasan los 10mil muertos a causa del terremoto en el sur de China, con más de 1800 réplicas.

Todos hemos estado presentes en algún temblor y nos ha tocado ser testigos o partícipes del pánico generado por este. Sin embargo, son pocas las personas que han experimentado la angustia de vivir un terremoto o un gran desastre natural. Son instantes de mucha desesperación: gritos, miedo, llanto, movimiento de masas, caos, momentos en los que sientes que ya no hay salida.
Quizá hemos estado en otro tipo de catástrofes; desastres que vivimos día con día. Salir a la calle y encontrarte con los ruidos de los automóviles, largas filas en los bancos, el lento tránsito de la ciudad, demasiada presión en la escuela o trabajo, tu agenda saturada de actividades, de tal modo que el estrés producido por todo esto hace que llegues al punto de la desesperación y digas ¡Ya basta! ¡Tengo que hacer algo!
Es entonces que comenzamos a buscar soluciones por nuestra cuenta; múltiples ejercicios de relajación, superación personal, religión; incluso confiamos en tener dinero, salud y educación, y creemos que con esto podremos dar solución a nuestros desastres naturales diarios. Pero da la casualidad que sólo somos conducidos a un terremoto de mayor magnitud.
Entonces, ¿qué haremos?, ¿existirá alguna solución verdadera? Algo similar le sucedió a un rey hace cientos de años. Él se enfrentaba a múltiples incidencias como guerras, persecuciones, problemas familiares, y demás situaciones que lo perturbaban. Este personaje fue David, rey de Israel.
A pesar de todo esto, el escribió en sus Salmos que “no temería aunque la tierra fuese removida, y se traspasasen los montes al corazón del mar, aunque las aguas bramasen y se turbaran de tal forma que los montes temblasen”.*
Él estaba seguro. ¿Porqué?, ¿Cuál era la respuesta? Él mismo responde en este salmo afirmando que “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”.**
Entonces, la respuesta no son todas aquellas técnicas con las que hemos querido solucionar nuestros desastres, sino que está en Dios. Sin embargo, hay algo que nos ha separado de Él, esto es el pecado, por lo que tenemos que reconciliarnos.
La única forma de lograrlo es a través de Jesucristo. Juan, el que fue su discípulo, reprodujo en su evangelio las palabras de su maestro, cuando este afirmó que “Yo [Jesús] soy el camino, y la verdad y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí.”***
Todos sufrimos desastres en nuestra vida, pero encontramos la solución a estos por medio de Dios. Ahora sólo está en nosotros tomar la decisión de acercarnos a Él a través de su hijo Jesucristo. ¿La tomarás, o seguirás siendo víctima de tus propios Tsunamis?

*Salmos 46: 2-3.
**Ibid. v. 1.
***Juan 14:6.


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La Esclavitud

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Según el diccionario de la Real Academia Española, define al término esclavitud como “una sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo o a una obligación”, y al esclavo como una “persona que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra”.

Desde civilizaciones muy antiguas se pueden encontrar registros de dicha práctica, tal es el ejemplo del Egipto Antiguo, en donde fueron los esclavos la mano de obra utilizada para la construcción de las grandiosas pirámides, que hoy en día una de ellas es considerada como una de las siete maravillas del mundo antiguo. También en la antigua Grecia, la antigua Roma o civilizaciones mesoamericanas se pueden encontrar registros en dónde se muestra a la esclavitud como un símbolo de poder por parte del esclavista, las civilizaciones eran consideradas cómo prósperas en cuanto mayor número de esclavos poseyeran, quienes en su mayor parte eran tomados de civilizaciones a las cuales habían dominado. De hecho, esta condición no era mal vista en algunas regiones, y hasta Aristóteles decía que la esclavitud era un fenómeno natural en el ser humano.

En la actualidad se considera a una persona como esclava al ser privada de sus garantías como ser humano, o aquellas personas que son explotadas sin recibir una retribución justa de su trabajo; pero el sentido de esclavitud no sólo considera el aspecto del trabajo y la explotación, pues como la definición lo indica un esclavo esta bajo el dominio de otra persona, por lo cual en muchas ocasiones también son obligados a cambiar de religión, a cambiar de residencia, el esclavo no posee nada propio, hasta los hijos que pueda llegar a tener son propiedad del esclavista, son obligados a contraer matrimonio con quien se predetermine, y en general, a realizar cualquier tipo de cosas en contra de la voluntad, en resumen son privados de cualquier tipo de libertad.

Así como ha existido esclavitud han existido personajes quienes han luchado para desaparecer dicha condición, tal es el ejemplo de Mahatma Gandhi (luchador de los derechos del pueblo Hindú), Martin Luther King (defensor de los derechos civiles de los afroamericanos en los Estados Unidos), José Martí (impulsador de las aspiraciones cubanas de independencia), Simón Bolívar (libertador de varias colonias de América frente a la corona española), pero pese a sus grandes logros no se ha podido abolir la esclavitud por completo.

Pese a que según los derechos humanos se considera a la libertad como un derecho que debe poseer cualquier hombre a lo largo de toda su vida, Otto von Bismark político alemán, afirmó al respecto que “la libertad es un lujo que no todos pueden permitirse”, mientras que el filósofo francés Rousseau dijo: “El hombre nace libre y por doquiera se encuentra sujeto con cadenas”, haciendo alusión a que el ser humano siempre tendrá impedimentos para ejercer tal derecho.

Otra persona que habló en referencia a la esclavitud fue Jesucristo, el apóstol Juan narra en el libro que lleva por título su nombre, que en una ocasión platicando Jesús con algunos judíos les aseguraba que al conocer la verdad, la verdad los libertaría, los judíos muy sorprendidos respondieron que ellos nunca habían sido esclavos, a lo cual Jesús les dijo: “todo aquel que hace pecado, esclavo del pecado es…” (Juan 8:31-38).

Tal cosa no es algo únicamente aplicable para los judíos, el pecado es la trasgresión o incumplimiento al plan de Dios para el ser humano, y es muy claro el notar como esclaviza al hombre, solo basta con citar a las personas esclavas a la droga, al alcohol, a las malas palabras, a las mentiras, a la envidia, al amor al dinero, a su pasado, entre otras muchas cosas que no son de provecho. Además, el pecado es una forma de esclavitud la cual va tomando fuerza sin que las personas se den cuenta ya que se empieza diciendo una mentira, lo cual genera más tarde otra y otra, lo mismo pasa con la droga, alcohol y cada uno de los ejemplos dados. Goethe decía: “Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo…”, y esto es lo que con mayor frecuencia sucede en la actualidad, se piensa ser una persona libre como los judíos le dijeron a Jesús, ya que tal vez no se esta bajo el dominio de una persona o trabajo, o no se esta obligado a casarse con alguien predeterminado o cambiar de creencias, pero sin darse cuenta se es esclavo del pecado sin saberlo.

Todos en nuestra vida hemos cometido pecado, y según la Biblia el pago a dicha situación es la muerte (Romanos 6:23a), pero existe una solución y forma de liberarnos de dicha esclavitud, la cual fue mencionada por Jesús a los judíos en su plática: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Jesús también dijo: “yo soy el camino la verdad y la vida, nadie llega al Padre si no es por mi” (Juan 14:6). Por lo tanto, se tiene que conocer la verdad que es Jesucristo, para poder ser libres de pecado, y él es el único medio para poder recibir el regalo de Dios que es la vida eterna (Romanos 6:23b), ya que al ser esclavos del pecado genera entonces una separación entre el creador (Dios) y el ser humano.

Cuando Jesús mencionó que se debe conocer la verdad (a él mismo) para poder ser libres de la esclavitud del pecado, utilizó un verbo el cual determina una relación entre la persona que conoce (el hombre) y lo que se conocerá (Jesucristo). Un ejemplo para entender esto es que todos conocemos a nuestro presidente, ya que lo vemos en anuncios en todos tipos de medios de comunicación, pero únicamente su familia y los que trabajan cerca de él mantienen una relación, y el mantener una relación con Jesucristo es lo que realmente nos hace libres del pecado, dicha relación es mediante la oración y el estudio bíblico.

En Efesios 1:7 se menciona que la sangre de Jesucristo derramada en la cruz ha redimido al ser humano; redención significa etimológicamente liberación a cambio de o pago para un rescate, por lo cual la sangre de Cristo ha sido el precio pagado a cambio del rescate de la humanidad por la esclavitud del pecado, lo único que hay que hacer para recibir dicho rescate es confesar nuestros pecados a Jesucristo (1ª Juan 1:9) y mantener una relación con Él.

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El Futuro

En el ser humano existe un gran interés en relación a la expectativa formada por la incertidumbre de no conocer con certeza los eventos futuros de sus vidas, es por esto que desde la infancia se empieza a especular cuestiones tales como: “¿Qué voy a ser de grande?”; en la adolescencia: “¿Quién será el padre (madre) de mis hijos?”; en la juventud: “¿Algún día podré recorrer todo el mundo?”; en la madurez: “¿Será niño o niña?”; e incluso en la vejez: “¿Qué pasará el día en que yo parta?”.

El conocimiento de los hechos que pasarán en el futuro siempre ha sido intrigante en los seres humanos, desde las grandes civilizaciones como los egipcios, indios, mesopotámicos, chinos, posteriormente los clásicos griegos e incluso en un tiempo más tardío las civilizaciones mesoamericanas, se han preocupado por intentar conocer el futuro, ya que esto los ponía un paso adelante con respecto a sus enemigos o simplemente para saber las épocas de sequía o buenas cosechas.

Por otra parte es muy común percatarnos en los relatos griegos la constante consulta que hacían los grandes militares a los oráculos, que supuestamente era una respuesta que daba una deidad por medio de sacerdotes, generalmente las preguntas que se les hacían era para ver si el pueblo tenía que ir a la guerra.

Confucio decía que se necesitaba estudiar el pasado para predecir el futuro y por mucho tiempo se creyó que el estudio de la historia serviría como un discurso para predecir el futuro, sin embargo los actuales historiadores lo niegan, ya que únicamente sirve para comprender y explicar el presente. El escritor británico Clive Staples Lewis comentó acerca del tema: “El futuro es algo que cada cual alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga y sea quien sea”.

En ésta búsqueda del conocimiento del futuro también se ha tratado de predecirlo incluso matemáticamente, se han utilizado técnicas como regresiones lineales, no lineales, series de tiempo incluyendo procesos estocásticos, y métodos probabilísticos muy avanzados, con los cuales se pretenden pronosticar los valores futuros de acciones, el comportamiento de algún mercado, o predecir la demanda que se tendrá para plantificar la producción de alguna empresa.

Además, existe una gran cantidad de literatura denominada de ciencia ficción, que es conocida como literatura de anticipación, la cual tuvo un gran auge en la segunda mitad del siglo XX debido al interés acerca del futuro provocado por el espectacular avance científico y tecnológico alcanzado durante esos años.

Esto no ha sido un tema que ha quedado en el pasado, actualmente se puede ver anuncios en periódicos, revistas, televisión, radio, que dicen tener la habilidad de augurar el futuro, y mucha gente acude a ellos, desde grandes personalidades políticas, artísticas, deportivas, hasta el individuo más común.

A pesar de los múltiples intereses que siempre ha existido por el conocimiento del futuro en la mayoría de las culturas a través de la historia, existe alguien que no se agobia por esto, en la Biblia en Mateo 6:34 aparece lo que dijo Jesucristo al respecto: “Así que no os afanéis por el día de mañana, por que el día de mañana tendrá su afán. Basta a cada día su mal”, dicha frase se puede comprender mejor sabiendo que el verbo afanar en su etimología se refiere a angustiarse por algo hasta llegar al extremo de la locura.

Pero además de hacer tal recomendación, Jesús da una solución para no vivir angustiados por el futuro: “Busca primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas las cosas os serán añadidas” (Mateo 6:36), la recomendación no es el tratar de asegurar económicamente nuestro futuro, intentar predecirlo o adivinarlo, la recomendación marca una necesidad de buscar a Dios antes que cualquier otra cosa; por lo cual, se sobreentiende que alguien se ha perdido, y lógicamente ha sido el hombre. El pecado es lo que provoca una separación entre Dios y su creación: el ser humano, pero Jesucristo también dijo que había venido a buscar y salvar lo que se había perdido: nosotros (Lucas 19:10). Todos en algún momento de la vida hemos cometido algo que nos ha separado de Dios, pero existe una solución para acercarnos nuevamente a Él: el sacrificio de Jesús en la cruz para el perdón de pecados (Romanos 5:10, Colosenses 1:14).

Por medio del sacrificio de Jesucristo tenemos una nueva oportunidad de reconciliarnos con Dios y poder tener la seguridad de nuestro futuro, el cual es la vida eterna morando con Él (Juan 3:16). La Biblia enseña que la forma de acercarnos a Dios es confesando nuestros pecados (a Él) y aceptando a Cristo como nuestro único salvador y medio para reconciliarnos con Dios (1ª Juan 1:9).

Con todo lo anterior nos damos cuenta cómo el ser humano desde la antigüedad ha tenido la urgente necesidad de buscar algo que pueda tranquilizar su intriga por el futuro, pero la única solución certera que puede dar respuesta a tal búsqueda es acercarse a Dios.